Hace ya mucho tiempo, al principio de esta aventura que está siendo Orden y Limpieza en Casa, escribí Mi Tesoro: las bolsas y Cómo organizar el armario de los tupper. Fueron dos post que gustaron muchísimo y a los que mucha gente hace referencia desde entonces.
El caso es que me he dado cuenta, quizá por eso, de que hace muchísimo que no tratamos o ampliamos el tema de esos pequeños trofeos caseros a los que tenemos un cariño especial, vaya usted a saber por qué.
Porque sí, ¿quién no tiene una bolsa trofeo, un tupper medio santo o incluso unos palillos de madera para el chino porque, esta vez sí, voy a aprender a usarlos?
Hoy vamos a ver cómo pelear contra la invasión de pequeños tesoros. Porque sí (otra vez), porque cuando te das cuenta la casa está plagada de ellos por todas partes.
Qué son los pequeños trofeos
Los pequeños trofeos son pequeños productos que llegan a tu poder de manera gratuita o con un coste muy bajo. Cuando estás haciendo sin piedad, no sabes por qué, eres incapaz de eliminarlos. Son como objetos-imán. No los usas porque te da pena, porque no ha llegado el momento o porque te hacen gracia. Generan una atracción inexplicable por poseerlos.
Si tienes tres o cuatro no pasa nada. El problema viene cuando estos objetos se vuelven adictivos (que lo hacen) y empiezas a querer llevarte la manta de tú último vuelo (y no hablamos ya de los intentos de captura de la manta de la clase bussiness), los botecitos de gel del hotel, los bolis de publicidad… la lista es interminable.
Las cosas gratis atraen y generan cierta fascinación. No se dan gratis por nada, piénsalo. Es publicidad, es marketing, está diseñado para atraer y ser adictivo.
Empiezas por algo gratuito y al final acabas fijándote en quién es el fabricante o de quién es la publi. Ese es el objetivo y, lo cierto, es que funciona, y muy bien,
Pasos para resistir lo irresistible
Primero, medita cada día para alcanzar el vacío. No, es broma. Seguramente también te vendría fenomenal pero nos desviamos del tema.
Lo que necesitas, ante todo, es conocerte a ti mismo. Todos sabemos de qué pie cojeamos y cuales son nuestras debilidades. Lo bueno es que muchas veces también conocemos la mejor forma para no caer en ellas.
Personalmente, creo que lo que más suele funcionar es ponerse una serie de reglas firmes y sencillas y grabarlas a fuego en la cabeza. Los momentos de tentación son momentos de duda, es por eso que el seguir unas pautas preestablecidas nos ayuda a tener una guía para evitar lo inevitable.
Por ejemplo, una cosa que yo hacía cuando quería evitar comprar de más en el súper, era pasar las cosas a pesetas. Entre lo que había subido la vida y el cambio siempre me parecía todo una barbaridad y hasta me sentía estafada. El resultado es que conseguía evitar las compras por tentación.
Otro truco que suelo usar en los hoteles es obligarme a usar lo que me puede gustar en el propio hotel. ¡Las cosas están para usarlas! Si me gusta, ya me pensaré si comprarlo (importante, pensar y dejar pasar unos días). Lo importante es que eso ya no va a ningún lado.
Fase 1: Evasión
Si lo que quieres es evitar que diferentes objetos patrocinados de regalos se acumulen en tu casa, no los dejes entrar. Evita cruzarte con «regaladores». Cambia de acera si van por la calle o no aceptes muestras en las tiendas. Recuerda, si no te cuesta nada, es porque confían en que acabarás pagando más de lo que cuesta, de algún otro modo.
Si no has conseguido evitar acabar con algún tesoro en tus manos, evita por todos los medios que entre en casa. Revisa la bolsa del Welcome Pack antes de llegar, tira lo que no quieras a un contenedor o regálaselo al primero que pase.
No debe entrar en casa. Pase lo que pase.
Fase 2: Correción
Vale, ha entrado en casa. Y ahora, ¿qué?
Que no cunda el pánico.
No lo guardes en un cajón, no lo dejes encima de la mesa de la cocina o no lo dejes ahí «para más tarde». No. Definitivamente, no. Déjalo en la bolsa en la que vino y a la basura. Directamente. Hazme caso. Si no lo haces, seguirá ahí meses después, incluso años.
Fase 3: Negación
Si crees que «tú controlas», date un paseo por los clásicos guardamierdas como el cajón de los cubiertos, el del mueble de la entrada o el escritorio. ¿Hay material publicitario? ¿Hay algo que jurarías que habías tirado? ¿Hay cosas que hace meses que no veías? Aprovecha y haz un sin piedad.
Fase 4: Aceptación
Acéptalo, somos débiles. De eso viven los publicistas. Nadie se libra, yo tampoco. No es la primera vez que me sorprendo. Por eso sé que hay que ser firme y tener una serie de pautas para ayudarte a ser estricto con estas cosas.
No te fíes ni de ti mismo. En serio. A veces creemos que esto es algo fácil y lo damos por hecho pero, la realidad, es que es de todo menos fácil y hay toda una potente industria (muchas industrias, de hecho) detrás para que caigas en la tentación.
Conclusión
Como siempre, todo esto del consumo y la acumulación viene por cómo la sociedad y todo lo que la rodea nos empuja a un determinado estilo de vida.
La forma de luchar contra esto es, por un lado, ser consciente y, por otro, establecer una serie de controles y pautas que te ayuden a controlarlo. No es algo con lo que se nazca, no es algo sencillo, ni siquiera después de muchos años. Hay momentos de debilidad en los que es fácil volver a caer y perder el control.
Lo importante es, otra vez, ser consciente de lo que ocurre, establecer unas rutinas que nos ayuden cuando flojeen las fuerzas y revisar de forma rutinaria nuestro entorno para recuperar el control. ¡Sin piedad!
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