Este año me he propuesto conocer y probar un montón de productos que tenemos en casa y que podemos darles un doble uso. La razón de esto es múltiple.
Por un lado, para recuperar un montón de conocimiento que ya tenían nuestros abuelos y que la vida moderna ha ocultado bajo un aluvión de productos especializados. Por otro, para ahorrar espacio y dinero y, por último, para vivir con menos.
Como sabes, soy una convencida de que menos cosas implican menos problemas así que, si puedo usar un producto común y barato para solucionar cuatro o cinco problemas distintos, está claro, ¿no?