Para este viernes, R me manda la foto de unas estanterías a las que he decidido llamar «estantería familiar». En ellas guarda libros de consulta y archivadores de papeles de su empresa y de su marido, cuentos de las peques que ya no caben en otro sitio y cajas agujero-negro que acaban acumulando un montón de cosas sin sentido.
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El trastero, ese lugar amado y odiado a partes iguales
Desde que me emancipé, siempre me gustó eso de tener trastero. Al principio, porque vivíamos en «pisos amueblados» en los que debes mantener los muebles. Teníais que ver mi cara el día que vi mi mueble de salón en casa de los Alcántara. Después, como la mayoría, sólo por acumular.
Pero si algo te enseñan las mudanzas es que menos es más y que sólo debemos rodearnos de las cosas que nos hacen felices. Así que ahora prefiero vivir sin trastero, porque así me centro en lo mínimo y no tengo un gigantesco agujero negro en el que acumular sin control.