Creo que no me equivoco si digo que los cables son uno de los mayores quebraderos de cabeza en una casa. Seguro que el tuyo también.
No hay nada más frustrante, al menos para mí, que trabajar un montón para conseguir ese salón limpio, armónico y zen y descubrir tres o cuatro cables negros que, inevitablemente, se llevarán tu atención cada vez que entre por la puerta.
Y es que es inevitable. Llegas a casa, te tiras en el sofá, sonríes satisfecho… y tu mirada se va a uno de esos cables que sabes que está ahí, donde no debería estar. Él te mira, tú le miras… y ahí se ha ido el zen de vuelta a japón.
¿Tiene remedio? A veces, sí, otras, lamentablemente, me temo que no. Hoy te traigo algunas soluciones que pueden ayudarte en esta batalla.
Antes de seguir, me gustaría recordarte el post Como colocar cables y que funcione que escribí en el 2016 pero que hoy sigue siendo totalmente válido.
Te lo recomiendo porque aquí voy a utilizar técnicas diferentes que complementan a las que conté en aquel otro post.