Seguramente, en los últimos meses, hayas escuchado más de una vez esta palabreja. Está de moda y, para variar, es una muy buena moda, buena para todos.
Qué es el Zero Waste
El Zero Waste es un movimiento a nivel mundial que trata de alcanzar el objetivo de cero basura. Evidentemente, es algo realmente utópico pero eso no es lo importante. Cualquier reducción en la basura que generamos es un alivio para el planeta y sus habitantes y, cuanto mayor, mejor para todos.
Cada día, somos más conscientes del daño que producimos al planeta con la cantidad de basura que generamos. A mí, confieso que a veces me da un poco de ansiedad incluso. Me pongo mala cuando veo que en un solo día podemos generar tres o más bolsas de basura. Multiplica eso por todos los que somos, por cada día. Es de locos.
No obstante, la realidad es que, si intentas hacer el cambio de manera radical, te costará bastante más que si vas dando pequeños pasos poco a poco. Como para todo, necesitamos crear rutinas para que un cambio funcione.
Me apunto, por dónde empiezo
Lo primero que tienes que hacer es evitar que entre casa nada que no deba estar. Nada nuevo, ¿verdad? Lo sé pero es la base. Si entran a casa cosas que acabarán en la basura, ya vamos mal.
Y ahora te voy a contar lo que hice yo para darme cuenta de que cuales eran los desperdicios que más abundaban en mi casa. No va a sonar muy elegante pero lo que hay que hacer es analizar la basura. Puedes optar por la vía más asquerosilla que es revolver un poco la basura de un día cualquiera o bien que todos los miembros de la familiar anoten en un papel lo que van tirando a lo largo del día.
En mi caso descubrí que tiramos muy poco producto compostable, es decir, orgánico. Ya sabes, cáscaras de frutas y verduras, restos de alguna comida, hojas, palos, posos del café… Es verdad que tengo un espacio para hacer compost en mi terraza pero, aún así, algunas veces se nos escapan cosas. Aún así, puedo decir que este apartado lo tengo bastante controlado.
A vueltas con el papel
Tiramos mucho papel, muchísimo. Una parte importante es el papel de cocina que usamos más que la navaja de McGuiver. Y es que, claro, vale para todo. Creo que aquí voy a ser radical y voy a dejar de comprarlo aunque todavía no he dado el paso.
Ese es el método que usé con las bolsas del súper y funcionó de maravilla. Si te olvidas la bolsa, te lo llevas en los brazos. Parece un rollo pero hace años que no tenemos bolsas desechables para la compra en casa y no ha pasado nada.
Otro punto papelístico problemático está en el arte pictórico de mi hija. Es tremendo tiene poco arreglo. Pinta por delante, por detrás, recorta, pega… vamos, que me ha salido una artista. Le he puesto pizarra pero dice que no es lo mismo y algo hemos arreglado con rollo de papel continuo pero tampoco es la panacea.
También me he puesto las pilas con el correo llamando a bancos y proveedores de servicios para que no me manden cartas. Todo lo gestiono por internet que, además, es muchísimo más cómodo.
Bricks y similares
No somos demasiado consumidores de bricks y envasados por suerte. No consumimos casi nada en brick, ni vasos de yogur. Siempre optamos por opciones en vidrio, menos contaminantes que el plástico, aunque es casi imposible evitarlo. Vivimos en un mundo plastificado.
Por contra, claro, producimos mucho desperdicio de cristal, que se puede reciclar, pero aún así. La parte buena del cristal es que proviene de fuentes menos agresivas con la naturaleza que el plástico.
Voy a trazar un plan para la reducción de plásticos y cristales en casa pero todavía estoy valorando opciones.
El textil
Esta parte es la que más dominamos y casi no solemos tirar textil. En primer lugar, controlamos muchísimo lo que entra en casa así que sale muy poco. Lo que sale, normalmente, se va a donaciones.
Paso a paso
Como ves, a nosotros nos queda todavía un gran camino por recorrer pero ya estamos en el camino y eso es lo importante. Hasta el camino más largo empieza en el primer paso. Somos nosotros, como consumidores, los que tenemos la responsabilidad.
Hace años, hubiera sido impensable encontrar en los supermercados habituales secciones Bio y Eco y casi hacer desaparecer el aceite de palma de nuestra vida y ¿cómo es ahora? Eso es por que, nosotros, con nuestras decisiones de compra, hemos cambiado la tendencia. Las empresas venden lo que se demanda. Si se dejan de comprar productos con aceite de palma, no tardan menos de un mes en quitarlos de en medio.
A veces no somos conscientes del poder que tenemos para cambiar el mundo.
¿Te apuntas al cambio?
Te recuerdo que este sabado tengo talleres en Bilbao, nos vemos
29 thoughts on “Qué es el Zero Waste”