Hace años, leí un libro que me marcó mucho: El Secreto. Sí, lo sé, tiene un poco de sensacionalismo y de vende humos pero tiene también un fondo importante que me gustaría que es lo que vieras aquí hoy.
Este libro apareció en mi vida en un momento en el que todo se desalineó y era difícil salir de esa espiral de negatividad en la que parece que todo te arrastra.
Recuerdo leerlo, recuerdo dárselo a mi abuelo, comentarlo con mi chico, volver a leerlo, anotar, analizar… Para mí fue uno de esos libros que marcan un antes y un después.
La base
Olvidándonos de la parte revestida de misticismo, vamos al grano, a lo que realmente me hizo cambiar el chip.
Qué ocurre cuando vas por la calle y sonries, por ejemplo, cuando te cruzas con alguien y los dos queréis ir una y otra vez por el mismo sitio. Pues que normalmente la gente te devuelve la sonrisa. También resulta que si eres amable con la gente que atiende al público, en la mayoría de los casos, también serán amables e intentarán ayudarte.
Al final, es un simple círculo de buenrollismo y amabilidad que viene y va.
Y esto a qué viene
Estos dias ando un poco desordenada, espesa, más cansada de lo normal. Tengo un catarro de mil demonios que me acompaña desde hace más de un mes y estoy nerviosa por las incidencias con los envios. Me falta equilibrio.
Cuando me encuentro en esta situación, mi casa se descoloca, como la de todos. Siempre digo que la casa es un reflejo de las personas que las ocupan y mi caso no es diferente.
Ya sabes que yo no nací con la virtud del orden, que a mí me cuesta y por eso pongo tanto énfasis en las rutinas. Esto quiere decir que, si no estoy bien, soy capaz de dejar el salón en cinco minutos como si Gozilla hubiese venido a merendar.
El orden, para mí, es un todo. Todos los aspectos de nuestra vida se nutren y se reflejan a la vez en nuestro orden y nuestro entorno.
Por eso, si te encuentras en un momento de caos, como yo, te recomiendo que pares. No te centres en lo desordenada que está tu casa o en lo mucho que hay por hacer. No es un buen enfoque. Tu casa es el síntoma no el problema.
Céntrate en en ti, descansa si te lo pide el cuerpo o la mente, acuéstate a las cinco, recupera fuerzas. Agradece todo lo que tienes, porque es mucho más de lo que tiene la mayoría de la gente en este mundo. Bloquea tu mente cuando piense en cosas malas y contéstale con todo lo bueno. Trátate bien porque, si tú no lo haces, nadie lo hará. Sonríe, sonríe mucho, para crear una espiral de alegría a tu alrededor.
Márcate objetivos pequeños, ordena el cajón de los calcetines, ábrelo todos los días y sonríe al verlo bien. Eso es, poco a poco, ahora ese pequeño rincón de tu cuarto en el que se acumula la ropa. Despacio, olvídate de los grandes retos. Te puedo asegurar que las cosas mejorarán. Siempre lo hacen. A veces tardan más, otras menos, pero siempre lo hacen.
Gracias por todo
He querido hacer esta pequeña reflexión como mi último post de este 2017, para que veas que también soy humana, que mi casa no está siempre perfecta ni lo pretendo. Lo que yo tengo y lo que quiero transmitirte, es la capacidad de recuperarte rápido cuando algo falle, de recuperar tu casa cuando se haya desmadrado (que lo hará).
También quiero agradecerte con este post, todo lo que haces por mí, como lector, como cliente o como asistente a mis talleres…
Gracias por leer mis entradas, por comentar, por ver mis vídeos. Gracias a mis clientes presenciales, a los clientes online (esta entrada va por ti Marga, no tengo una vida perfecta y lo sabes). También, gracias a los que venís a los talleres y los que me seguis en redes sociales. Gracias a todos los que me estais apoyando a través de mi tienda online. Gracias también a todas las empresas que han confiando en mí. En definitiva, gracias a todos los que me habeis acompañado en este mágico año 2017. Os puedo adelantar que el mes de enero viene con más magia, asi que permaneced atentos a las pantallas.
Feliz Navidad y Feliz 2018.
53 thoughts on “Gracias”