¿Te suena lo de ir a ponerte un collar con prisa y pasarte un cuarto de hora a medio vestir, sentada en la cama, tratando de desenredarlo entre una maraña de cadenas? ¡Nunca más!
Lo de los collares es como lo de los cables. Es imposible tener dos juntos sin que se líen de una manera inhumana. Así que, lo mejor, es evitar que se junten.