Llega el fin de curso y es habitual hacer algunos regalos a profesores o niños. En el caso de los profesores, es más habitual cuando los niños son pequeños o en actividades extraescolares. En el caso de los niños, en función de su rendimiento escolar.
No me voy a meter en este post sobre si está bien o está mal este tipo de regalos. Cada uno es muy libre de hacer lo que quiera y, efectivamente, yo tengo mi opinión, pero eso es materia de otro post.
Esta entrada ha sido inspirada por mi querida Macarena Bilbao, que es un pozo de sabiduría. Hace unos días, preguntaba en un stories si hacíamos regalos de fin de curso a los profes, a los hijos… y ahí me puse yo a darle vueltas.
Un caso real
Mi marido, hace años, era entrenador de fútbol de niños chiquitines. Se terminó el curso y le regalaron un balón firmado por todos los niños de ese curso. Un bonito detalle pero, claro, ¿qué haces con él? ¿Lo pones en el salón?
Después del lógico agradecimiento y emotividad inicial, estuvo dando vueltas por la casa. Ocupó estanterías, estuvo encima de armarios, debajo de la cama. Tras varias mudanzas acabó en un trastero hasta que hace unos años se quedó chuchurrío de un ataque de calor veraniego. Con esa cosa de dolor y arrepentimiento que producen estos objetos, no quedó otra que tirarlo.
El problema
El caso es que hablamos de regalos, normalmente emotivos, que cuesta tirar porque los niños le ponen ilusión y, claro, vas tú de Herodes a tirarlo al primer contenedor que te cruzas. Pues no.
Ahora ponte en la piel de un profesor que tiene una clase nueva cada año, o más de una, durante cuarenta años de profesión. Creo que se entiende por dónde van los tiros.
Regalamos cosas con nuestra mejor intención y pensamos en la emoción del momento pero no pensamos nunca en lo que nuestros regalos suponen a largo plazo.
De ahí que haya surgido esta idea de regalos alternativos, agradecidos y poco problemáticos.
Regalos para profesores
Las cajas gourmet, por ejemplo, son un clásico. Y ¿sabes por qué son un clásico? Porque llevan años funcionando de maravilla. Una caja de bombones, delicathesen de cualquier tipo… No solo se ajusta bien a cualquier presupuesto sino que es algo que se disfruta y desaparece.
¿Y si no le gustan los dulces? Tampoco es un problema, estará igual de agradecido por el detalle y lo ofrecerá a sus amigos, a los demás profesores o a su familia.
Otra opción son las tarjetas regalo de spa, cenas, actividades o pequeñas escapadas. Esto es un poco más complicado de ajustar, pero yo creo que es una gran alternativa.
Evita sobre todo regalos que ocupen espacio y no se consuman a no ser que lo tengas muy, muy claro.
Regalos para niños
Para empezar, te doy la regla general. Nunca regales nada material. Sé que les hace ilusión el último juego de la Play o el juguete de moda pero si recompensamos algo con un objeto, estamos enseñándoles justo aquello por lo que puede que sufran en el futuro.
Como madre, creo que uno de los retos a los que me enfrento es a enseñar a mi hija que la felicidad no está en lo material sino en lo inmaterial, en los recuerdos, en las sensaciones, en la tranquilidad, en las risas y el tiempo juntos. Sé que es difícil, es una pelea diaria en la que nunca parece que vayas a ganar pero esta es una carrera de fondo. Creo que ningún padre podrá saber si ha tenido éxisto en este sentido hasta que sus hijos tengan más de veinte años, como mínimo.
Planes, cursos y escapadas
Un plan familiar del tipo picnic en el campo, vosotros solos y sin móviles, una excursión de fin de semana de camping (o más), una escapada a la playa. Sobre todo para niños de menos de trece años creo que no falla.
Hace poco, leí un post que me impacto, creo que fue en facebook donde contaban que un niño odiaba el movil de sus padres y me lo creo bien. También hay un vídeo por ahí famoso en el que piden a los niños que escriban dos cartas, una a los reyes y una a sus padres. A los reyes les piden juguetes pero en la de los padres les piden tiempo y atención básicamente. Al terminar, les dicen que solo pueden enviar una carta, ¿cuál eligen? Los niños saben lo que quieren aunque no sepamos verlo.
Otro buen regalo puede ser un curso. Mi hija se flipa con La Casita de Inglés y sus actividades de cocina o con las de Rural-it de recoger fresas, paseo con burros o día de pesca. Y ya no te digo con el curso de sirenas que dan ahora en Madrid. ¡No calla!
Te dejo un post que hice en su día de regalos alternativos de navidad que creo que también te puede inspirar. Espero que te ayude si estás dándole vueltas.
Conclusión
Sé que a veces me repito un poco pero aprovecho estos momentos del año tan proclives a los regalos para reforzar el mensaje. No regales cosas, regala tiempo y regala experiencias. Si queremos cambiar el mundo debemos empezar por cambiarnos a nosotros mismos.
Y ahora, como siempre, es tu turno que este blog no es un monólogo. ¿Haces regalos de este tipo? ¿Qué tipo de cosas sueles regalar? ¿Te has planteado el cambio al regalo de experiencias?
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