La mayoría de los problemas con los que nos enfrentamos hoy en día muchos de nosotros tienen que ver con cómo hemos sido educados en nuestra infancia.
Antes de empezar
Quiero aclarar antes de empezar que esto no quiere decir que nos educaran «bien» o «mal». Como madre sé que, inevitablemente, algunas de las cosas que transmita a mi hija le harán ser más feliz pero otras pueden causarle problemas.
Si estás en esa fase en la que te haces ese tipo de preguntas con tus hijos te aconsejo que te dejes llevar. Nunca alcanzarás el equilibrio perfecto. Te pasarás en algunas cosas y eso hará que te quedes corto en otras. Es así.
Acéptalo, trata de hacerlo lo mejor posible, de buena fe, y no busques la perfección sino la emoción y el demostrar a tu hijo que también eres humano, como él. Aprende a quererte con tus defectos y a no esconderlos y a él le enseñarás a hacer lo mismo. Ese es un gran paso para la felicidad.
Cómo educar en el minimalismo
A lo largo de los meses, has descubierto cómo vivir con menos cosas, paradójicamente, te ha ayudado a ser más feliz. Has soltado lastre, te sientes más liviano.
Digo «paradójicamente» porque es lo contrario a lo que nos han enseñado tradicionalmente. Ahora ha llegado el momento de transmitirlo.
Ese es el primer paso. Los niños imitan lo que ven en los adultos. No sirve de nada aleccionar a los niños sobre la sencillez cuando tenemos el armario a reventar. Hecho esto, vamos a ponernos con lo suyo.
Juguetes y minimalismo
Una de las primeras cosas que descubre cualquier padre es que los niños juegan más con cajas y papeles que con juguetes. No obstante, pese a ese descubrimiento, seguimos llenándolos de muñecos, coches y castillos. ¿Por qué?
Las razones son varias. La primera es que nos gusta regalarles cosas que a nosotros nos gustan, o nos gustaban de pequeños. Nos hace ilusión. La segunda es que es la forma en la que nos han enseñado a premiar los buenos comportamientos. Otra razón de que regalemos un castillo y no una bolsa de piedras es que lo de las piedras nos parece cutre.
Algo que todos los niños deberían tener en sus cuartos son unas cuantas piedras, conchas, palos, tacos de madera, canicas…
Este tipo de cosas pueden convertirse en cualquier cosa. Pueden ser espadas, monedas, puentes, casas, se pueden hacer circuitos y formas, pueden ser antorchas o bastones de mago, cañas de pescar o cohetes espaciales. Pueden ser lo que quieran.
Esto quiere decir no solo que se adaptan a cualquier juego sino que fomentan su imaginación. Cualquiera que haya llevado a sus hijos una tarde al campo sabe como lo pasan los niños allí y no tienen juguetes al uso.
Otros buenos juguetes son montones de telas y cordones de colores para disfrazarse o hacer cabañas. Por supuesto, no olvidemos los papeles y cartones y los rotuladores y pinturas de todo tipo. Tijeras, sellos, pegamento, plastilina…
¿Quiero decir eso que no debería comprarle muñecos?
Por supuesto que no. Como todo, se trata de mantener un equilibrio. Los niños, por su naturaleza, piden todo lo que se les pasa por la cabeza pero eso no quiere decir que lo quieran de verdad. Es por eso que les regalamos cosas que «les hacen mucha ilusión» y a los dos días están olvidadas en un cajón.
¿Cosas de niños? Para nada. Los adultos somos exactamente iguales. Cuántas veces compramos cosas que luego no usamos. Cuántas veces nos encaprichamos de otras sin sentido. Piénsalo. No somos tan distintos como creemos.
Podemos aprender muchísimas cosas de nuestros hijos y, aún más, podemos aprender mucho de nosotros mismos a través de ellos. Solo necesitamos un poco más de consciencia, como siempre. Escucharlos de verdad, observarlos de verdad y crecer con ellos, de verdad. Sin distracciones, sin tener mil cosas en la cabeza.
Qué vas a conseguir con esto
Esto va a ayudar a tu hijo a conocerse mejor a través de sus juegos. Los juguetes con formas específicas (por ejemplo, un cohete) van dirigidos a un tipo de juego concreto. Si te sales de ahí, el cohete no tiene sentido. De alguna manera, obliga a los niños a jugar a cosas determinadas de una forma determinada.
Cuando tienes juguetes «sin forma» como las piedras, los palos o la plastilina, ellos mismos «sacan» lo que tienen en su cabeza para convertirlo en juego. Aprenden a dar forma al mundo a través de cómo perciben las cosas y, si les prestas atención, te están enseñando cómo ellos entienden lo que les rodea. A través de estos juegos entenderás por qué hacen lo que hacen. Esto debería reducir la distancia que pudiera existir entre vosotros.
Por otro lado, también le enseñas a usar su imaginación y a que descubra que no necesita nada «comprable» para divertirse. De mayor, eso significará enseñarle autonomía y a quitarle dependencia, las famosas cadenas de las que hablábamos el otro día.
¿Te preguntas muchas veces por qué tu hijo no sabe jugar solo? A lo mejor es que tiene demasiadas cosas.
Conclusión
El minimalismo hay que cultivarlo desde pequeños para que forme parte de nuestra personalidad desde adultos. No te obsesiones, como siempre. No hagas desaparecer todos los juguetes de golpe. Esto no va de eso. Hay que encontrar el equilibrio.
Empieza observando, probando, poco a poco. Intenta entender a tus hijos, observarlos y ver cómo interactúan con las cosas que les rodean. Unas les encantarán a otras no les harán ni caso. Este es un proceso lento y tranquilo, como el de los adultos. Sin imposiciones.
Lo que te propongo es que les ayudes y les acompañes en el proceso de ser más felices pero no que les obligues a nada. Al final, como siempre, estas cosas funcionan si salen de uno mismo pero no si alguien de fuera te las impone.
¿Tienes hijos? ¿Cuál es tu experiencia con esto que te cuento? ¿Lo has probado?
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