Es bastante habitual que, a lo largo de una sesión de orden, mucha gente me pregunte cuántas cosas deberían tener de cada tipo. La respuesta depende de muchos factores. Depende de tus necesidades, del espacio del que dispongas, de las actividades que realizas…
Aún así, no son pocas las personas que se bloquean y necesitan una cifra que les ayude a empezar y, sobre todo, a focalizar. Cuando el objetivo está más claro, todo es más fácil.
Para todos estos casos, yo aplico la regla de los 7 días.
La regla de los 7 días siendo estrictos
Si nos pusisemos muy estrictos, usando esta regla, lo único que tendrías que tener en tu armario serian:
- 7 Partes de abajo (pantalones, faldas…)
- 7 partes de arriba (camisas, camisetas, jerseys…)
- 3 mezclas (monos y vestidos/ traje dos pieza)
Con esto, más o menos, y poniendo una lavadora semanal, tendría que darnos perfectamente para vestirnos y cubrir nuestras necesidades.
Siguiendo con nuestro modo «zen auténtico», si hiciéramos que esas partes de arriba y de abajo fueran perfectamente combinables entre sí, tendríamos nada menos que 49 combinaciones posibles.
Como ves, con un armario tan sencillo y espartano como este podríamos llevar conjuntos diferentes de ropa a lo largo de casi dos meses sin repetir.
Si esta filosofía la amplías un poco con el cambio de armario y tienes esta cantidad de ropa de otoño-invierno, y otra tanta para el verano-primavera, tendrías cubiertos cuatro meses.
Resumiendo, tendrías conjuntos suficientes como para repetir la misma combinación únicamente 3 veces a lo largo de todo un año.
La regla, versión light
Como esto me parece muy extremo y, normalmente, innecesario, lo suelo relajar un poco y lo hago de la siguiente manera:
- 7 Pantalones
- 7 Faldas
- 7 Vestidos/Monos/ traje dos pieza)
- 7 Camisas/Camisetas
- 7 Chaquetas/Sudaderas
Si volvemos a jugar con las matemáticas, el número de combinaciones aquí si la ropa está bien escogida se dispara.
Alguno me dira que soy una exagerada, pero, seamos sinceros, ¿cuántas camisetas y blusas tienes en el armario? ¿Y pantalones? ¿los usas todos? En la mayoría de los casos, siempre tenemos de más.
La ventajas de este sistema
La primera ventaja evidente es el poco espacio de almacenaje que necesitarías para esta cantidad de ropa. Eso te permitiría vivir en un sitio más pequeño, y barato, o tenerlo ordenado más fácilmente. Esta filosofía, inevitablemente, acabaría contagiándose a toda la casa, a la cantidad de platos que necesitas, de vasos, de mantas o de geles de baño.
La segunda ventaja es que, al tener menos cosas y gastar menos dinero en acumulaciones sin sentido, podrías permitirte subir el nivel de tus prendas, si te apetece. No se trata de tener sólo 7 pantalones y 7 camisas, se trata de que te sientas especial cada vez que te pones uno de esos pantalones o camisas, de que ya no compres por comprar. Menos pero mejor.
La tercera ventaja es que esto hará que tengas menos cosas en casa que gestionar, que planchar, que lavar, que elegir y que ver. Menos cosas es sinónimo de menos problemas, de menos carga mental para la cabeza.
Eso es lo que sientes cuando ves un armario bien ordenado y con pocas cosas, o esas casas japonesas casi vacías. ¿Recuerdas esa paz mental que sentiste al verlas? ¿Recuerdas cuando pensaste «muy bonito pero dónde guardan las cosas»? A lo mejor es que no hace falta tener tantas cosas.
Un ejercicio rápido
Te propongo un experimento para que veas rápidamente este efecto. Busca en Pinterest imágenes de armario, burros o vestidores que tengas mucho espacio vacío, poca ropa y sé consciente de las sensaciones que te transmiten. Ahora haz lo mismo pero con armarios que tengan mucha ropa, incluso mushísima ropa (aunque parezcan bonitos). Sé consciente, otra vez, de las sensaciones que te transmiten.
¿Qué has sentido en cada caso? Cuando consigues sentir lo que te aporta el cambio, cuando abres los ojos, ya no hay vuelta atrás.
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