Tenía muchas ganas de hablarte del tema de la colada y la plancha. Ya en Dia 19: Rutinas de Limpieza te di alguna pista, pero ahora es un buen momento para entrar en detalles.
También he tenido en cuenta que ha sido un tema que me han pedido mucho por mail y redes sociales.
Así que vamos allá. Hoy es el fin de las lavadoras a lo loco y de los maratones de lavado en los que, al final, acabas tendiendo en las sillas por falta de espacio.
Se acabó lo de la lavadora diaria
He escuchado lo de que la gente pone lavadoras diarias tanto tiempo que he empezado a creerme que es cierto. ¿En serio? ¿todos los días?
Sin tapujos. O eres una obsesiva de la limpieza, o tu familia tiene más de seis miembros, o te estás pasando.
En primer lugar, me juego una cena a que no te quedas sin ropa por no poder la lavadora todos los días. Y, si no es así, no tiene sentido poner lavadoras mediadas.
Si eres capaz de llenar de verdad una lavadora de seis kilos cada día es que tu capacidad de ensuciar ropa es digna de Guiness.
Y es que planificar bien las lavadoras ya no solo es bueno por ahorro energético y disminución de residuos. También te permite aprovechar más tú tiempo.
Porque todos sabemos que se tarda un buen rato entre poner la lavadora, tender, destender, doblar y guardar.
Este post está pensado para una familia de 3-4 miembros con una lavadora normal (5kg o 6kg). Si sois más o menos, lo tendrás que adaptar a tus necesidades.
El planning
Planifiquemos pues. Yo te recomiendo cambiar las sábanas o las toallas una vez por semana. Ojo, o las sábanas o las toallas, no todo.
Y no me vengas con el políticamente correcto cambio semanal de toda la ropa de casa. Seamos sinceros. ¿Hay gente que lo hace? Seguro que sí, pero no es la mayoría.
La realidad es que algunos cambian semanalmente las toallas y las sábanas se quedan dos o tres semanas. Otros cambian mucho las sábanas pero se olvidan de la última vez que lavaron las toallas.
Así que vamos a intentar ser prácticos manteniendo una costumbre equilibrada y más que suficiente.
Por ejemplo. El lunes toca lavadora de ropa blanca. Una semana le añadirás las sábanas, la semana siguiente, las toallas. En cuanto acabe, se tiende o se mete en la secadora.
Si no tienes secadora, destenderás el miércoles aunque esto dependerá de donde vivas. Ve doblando según vas retirando del tendal y colocas la ropa en una cesta de esas planas de mimbre de toda la vida. Y, una vez doblada, al armario correspondiente.
Lo que me gusta de esas cestas es que, además de geniales para la ropa, cuando terminas se pueden meter debajo de cualquier mueble sin problema.
La ropa de planchar puedes ponerla en un espacio de almacenaje dedicado dentro de un armario.
El viernes tocará lavadora de color siguiendo los mismo pasos.
Ojo, nada de tirar todo encima de una silla que ya llevamos un tiempo y nos vamos conociendo.
La plancha
Y la plancha, qué hacer con la odiada plancha. Primero, quiero confesarte algo. Odio la plancha, se me da fatal y me da una pereza que me muero.
Desde luego que no es mi especialidad pero te voy a contar mi truco por si te sirve.
Selecciona un día a la semana para la plancha. En mi caso es los miércoles. Asocia este día una actividad rutinaria. A mí me gusta ver una serie en la televisión mientras tanto, así que plancho mientras veo la serie.
Recuerda habilitar un espacio para guardar la ropa de plancha mientras espera a ser planchada. Esto es importante porque, sino, acaba siempre en una silla en el comedor o en una esquina del salón.
Si puedes, usa una o dos perchas a mayores para colgar las camisas. Así no se crean más arrugas y será más fácil plancharlas después.
Y eso es todo. Sobre todo, sé implacable con el día y la rutina. Eso es lo que lo pone todo a funcionar. Si una semana eliges el lunes, otro el martes y otro el jueves, acabará escapando de tu control.
Una vez la rutina esté implantada y notes que funciona, ya podrás permitirte ser más flexible en ese sentido. ¡Aunque igual no quieres!
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