Hace unos días, estuve reorganizando un armario por la zona de Aravaca (Madrid). Era un armario de los de toda la vida, bastante amplio y con baldas muy altas.
Hoy voy a enseñarte el antes y el después, los problemas que fueron surgiendo y cómo decidimos solucionarlos. Porque hay veces que la gente prefiere hacerse a un lado y dejar que yo me encargue de todo, estableciendo un presupuesto, sin intervenir o participar.
Otras veces, en cambio, los clientes también quieren involucrarse, les gusta ver distintas opciones, decidir y sentirse parte del cambio.
Una reorganización de tu espacio, inevitablemente, causa un efecto en el entorno y en ti misma.
Lo hacemos inconscientemente cuando pasamos una mala racha o sentimos que nos hace falta un impulso. Redistribuimos los mueble o nos cortamos el pelo (reorganizamos nuestro aspecto). Nuestro aspecto y nuestro entorno, reflejan nuestro ánimo y nuestra actitud ante la vida.
Antes de la intervención
Unos días antes, durante la visita gratuita, S me explicó los problemas que tenía y estuvimos durante más de una hora estudiando el armario y las posibles soluciones que podíamos darle.
El espacio era un caos. Mucha ropa se apilaba de tal manera que, cuando la necesitaba, estaba más arrugada que antes de plancharla o era difícil saber exactamente dónde encontrar una prenda determinada.
Resultaba incómodo acceder a algunas cosas que quedaban al fondo de las baldas (eso, si estaban a la vista) y, en definitiva, resultaba un foco de frustración y una forma horrible de arrancar el día. ¿Hay algo peor que encontrarte la ropa hecha un higo sin habértela puesto después de perder horas con la plancha?
Ella pensaba, y con razón, que el armario disponía de espacio más que suficiente para todo lo que quería meter en él y que era un problema de organización de esos espacios que estaban mal distribuidos.
Decisiones
Tras medir bien todos los huecos y hacerme una composición de lugar, volví a casa para estudiar las posibilidades que tenía. El armario era suficientemente grande y, de hecho, ese era parte del problema.
Me explico, los armarios grandes, normalmente, tienden a tener baldas con huecos enormes. Los huecos altos son un problema para la organización porque invitan a la gente a acumular unas cosas encima de otras. Cómo crees que aguantará mejor la ropa planchada, ¿en un hueco donde apilas cuatro camisetas o en una torre de quince?
Y si, además, el hueco es ancho y te permite meter dos o tres torres de ropa, ¿cuánto tiempo pasará hasta que las torres se empiecen a inclinar hacia un lado e incluso terminen cayendo?
Aconsejé a S que se hiciera con un buen número de cajas Skubb de Ikea. No sólo son baratas sino que también son muy flexibles y duraderas y, si en algún momento, tienes que guardarlas, se pliegan quedándose totalmente planas.
El día de la acción
Y llegó el día del cambio. Nos pusimos el mono de trabajo y vaciamos todo el armario, enterito. Repasamos una a una todas las cosas para separar lo que había que tirar, donar o mantener. Te lo expliqué en Cómo organizar mi casa: pasos básicos.
Dividimos toda la ropa en grupos: jerseys, camisetas, zapatos, camisas… Después, en subgrupos (camisetas de manga larga, corta, de asas).
Una vez hecho esto, observamos lo que ocupaban y los espacios disponibles. Los metimos en las Skubb y las etiquetamos con su contenido, siguiendo una distribución lógica.
Con lógica quiero decir que no sólo es importante aprovechar bien los huecos. No tendría sentido, por ejemplo, poner las camisetas de manga larga en una esquina del armario y las de manga corta en la otra. Hay que seguir un orden natural para que te resulte evidente y lógico dónde vas a encontrar cada cosa.
Utilizamos el doblado vertical en aquellos sitios que nos pareció que era especialmente práctico. Así permitimos que entren más camisetas en un mismo bloque.
También usamos Skubb para meter las faldas largas de verano y los pantalones cortos.
En las dos zonas de barra, nos decantamos por dividir una zona sólo para camisas y chaquetas, poniendo los bolsos en la parte baja.
En el otro armario con barras, pusimos perchas para colgar los pantalones. Aplicamos la regla de solo dos pantalones por percha y de color similares.
La parte baja de este armario, la usamos para complementos (cinturones, fulares, camisetas interiores…).
Y, en el lateral derecho del armario que era más estrecho, pusimos los zapatos y, en la parte baja, la ropa de deporte y estar en casa.
El resultado
Poco a poco, S se va haciendo con su nuevo armario. También me va contando por whatsapp qué cosas no le resultan cómodas en su día a día. De esta manera, las vamos mejorando. ¿Un ejemplo? Después de tres semanas de uso, se ha dado cuenta de que necesita más espacio para camisetas de tirantes. Ahora estamos viendo cómo podemos recolocar algunas cosas para conseguir ese espacio extra.
9 thoughts on “Antes y despues: un armario vestidor”